niushouter

—Mamá. —Espera un segundo, cielo. —Pero, mamá… No importaba cuantos zarandeos le diera, o cuantas veces mis manos agitasen la tela de su larga falda. Ella no hacía caso a mi voz. ¿Sería demasiado débil? ¿Demasiado baja? ¿O simplemente no quería prestarme atención? Sus labios se movían a la par que hablaba por teléfono con alguien, que podía ser cualquiera. ¿Un hombre del trabajo? ¿Papá? Yo era el que menos sabía de aquello, mi madre solía ocultarme todo lo que pasaba a mí alrededor. A todo esto, yo lo único que quer&#